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La Cardiología es una especialidad de la Medicina, cuyo enfoque centra su atención en el estudio del sistema humano cardiovascular y, en general, en todos los aspectos biológicos relacionados con el corazón, sus funciones y patologías. A diferencia de los cirujanos cardíacos que llevan a cabo las operaciones, los cardiólogos son responsables de realizar los procedimientos y las pruebas necesarias para corroborar analíticas, perfiles, diagnósticos y tratamientos que optimicen la salud del corazón.

De las funciones deseables propias del cardiólogo no sólo se espera el tratamiento efectivo que erradique o controle el progreso de las enfermedades del corazón, también se espera el seguimiento de sus otras condiciones, como la supervisión de sus funciones -la presión arterial, los niveles de colesterol, síntomas de diabetes y otros factores que podrían contribuir a que aumente el riesgo de daño cardíaco-. Estos factores de riesgo incluyen el sedentarismo, los trastornos hereditarios, la obesidad, el tabaquismo y los malos hábitos alimenticios.

La salud y el control del estado del corazón no deberían dejarse en manos de un médico asistencial de atención sanitaria ambulatoria, de emergencia o de cabecera, sino en manos de un médico especialista en cardiología. En este sentido, resulta esencial el que se conciencie a las personas respecto del cuidado de la salud cardíaca y de la necesidad de confiar nuestra calidad de vida al profesional de la medicina que se especialice en ciertos tipos de condiciones y afecciones y en los órganos y sistemas implicados. Exclusivamente un Cardiólogo será capaz de remediar las condiciones de menor o mayor relevancia, siendo, además, el experto indicado para referir cualquier tratamiento, análisis o interconsulta a otro especialista, si fuera necesario.

En un sentido genérico, sólo el Cardiólogo es el médico especialista indicado para notificar al médico de cabecera o de familia acerca de ciertos fármacos beneficiosos que funcionan bien con la salud de la persona afectada, o bien referirlo a otros especialistas en caso de que sus síntomas sean más graves de lo esperado. Los médicos también buscan regular la consulta de especialistas en Cardiología, a fin de identificar el mejor curso de acción para la situación de sanitaria de sus pacientes, especialmente los de alto riesgo en su sistema cardiovascular. Por lo mismo, resulta necesario que regularmente tanto el médico de cabecera como el Cardiólogo soliciten la realización de un electrocardiograma o una prueba de sangre para constatar el estado general del paciente o bien el estudio de las causas que provocan las patologías.

Las primeras observaciones sobre la anatomía del corazón y la fisiología fueron realizadas por William Harvey, en el año 1602. A partir de 1628, sus descubrimientos en torno a este sistema se convirtieron en el principal fundamento de la Cardiología. Los médicos comenzaron a ampliar su comprensión de este campo en los siglos XVIII y XIX. No obstante, fue la publicación de Jean Baptiste de Senac, la que en el año 1749 contribuyó al estudio de la Cardiología y a los conocimientos que la ciencia contemporánea posee al respecto.

Por otra parte, los métodos de diagnóstico fueron evolucionando y optimizándose a partir del siglo XIX, evidenciando las mejoras en el año 1905, fecha en que fue posible la realización de la primera invención de la ECG o máquina de electrocardiograma -instrumento que dio la medida de la actividad eléctrica del corazón-. Posteriormente, en la década de 1950 la ecocardiografía, gracias a las ondas de ultrasonido, mostró las imágenes del corazón, a través de la pared torácica. Como corolario de esta evolución en la Cardiología, el siglo XX evidencia el avance de la ciencia y la cirugía, a través de los primeros trasplantes de corazón -uno de los muchos avances quirúrgicos en Cardiología del siglo pasado.